Hay fantasmas en esta casa
donde todos los días algo muere,
restos de llanto y ceniza,
cadáveres del tiempo
a cuyo paso los muros se doblegan.
Puertas y ventanas dan hacia el vacío
y mis fantasmas callados
mutilan su silencio,
enervan a tal punto
intuíbles en el zumbido de las moscas.
Ninguna casa está del todo vacía,
la muerte se filtra a través
de cualquier superficie,
depósito de desperdicios donde habita
la mutación de todas las cosas.